viernes, 22 de julio de 2011

Entre los ruidos que siempre escuche empecé a distinguir un susurro. Unas pocas palabras que empezaron a tomar forma mientras caminaba y buscaba entre las calles a alguien que satisficiera los mandatos de aquel susurro.
 Recordaba sus palabras, su abrazo, su ultima frase antes de subirse al bus, pero a pesar de todo debía satisfacer a ese susurro. Camine buscando a alguien que me proporcionara la felicidad encapsulada en una pequeñas hojas y luego poder agradecer a los griegos por fumar todo lo que veían.
Quería volver a la densidad de aquel humo que antes de vaciar mi estomago en una mala noche me había elevado y dado las fuerzas de reírme ante la fatalidad de nuestro putero destino. Quería otra vez reírme de mi locura, de su insensatez, de todo el mundo que tan coherentemente me ordenaba marchar izquierda, derecha, izquierda derecha. Que me metía en un traje de un solo color y me ordenaba pasear por las calles con un rostro serio, sin mostrar una sonrisa, pero tampoco preocupación (you know, a poker face).
Quería reírme a carcajadas de mi propia debilidad y de ese falso amor que todos nosotros damos a nuestros prójimos (el único modo en que sabemos amar).

viernes, 15 de julio de 2011

Recurrió a cada segundo que una fría maquina le daba. Aprovechando los espacios de paz que hay entre un disparo y otro, se van preparando los camiones de escape mientras pegado a la maquina envía mensajes. Ella en su búnker parece ser inmune, pero oye las bombas caer a su lado. Él se para en los cráteres humeantes seguro que los proyectiles no caen dos veces en el mismo lugar. Siempre pegado a él, la maquina.

Ella le obliga a descifrar pasos y caminos ya recorridos. Él los nombra apresurado, intentando mantener un orden coherente en el campo de batalla. Su voz, la de ambos, se interrumpe, la maquina cae destrozada y él huye al camión abrazando entre sus brazos sus últimas palabras.

domingo, 10 de julio de 2011

Se oculta en las letras que me cazan. Yo solo la visito en sueños y en esos sueños ella sigue huyendo
Los temblores pasan a traves de mi sudor frío,  la pequeña me mira asustada y le grito: "¡Tú, no existes!". Ella llora  y responde que entiendo por secuencias de 5 segundos y todos me miran y ella solloza oculta en las cortinas, moja sus pies desnudos que asoman por la tela. Su tinta me falla y sigo riendo hasta caer dormido.